Así empezó la diáspora venezolana en Maicao

Antes de la pandemia, unos 52 mil venezolanos se encontraban asentados en Maicao, según Migración Colombia
Desde el 2017 se empezó a observar un mayor número de venezolanos en la ciudad fronteriza

Entre las primeras oleadas de migrantes que desde Venezuela cruzaron la frontera por la Guajira, para tomar camino hacia diferentes regiones de Colombia, incluso con recorridos más largos hacia otros países como Ecuador y Perú, hubo quienes consideraron la ciudad de Maicao como un punto estratégico para asentarse, el lugar idóneo para empezar de nuevo: está a escasos 10 minutos de la frontera, sus actividad económica principal es el comercio informal, su posición equidistante a Maracaibo se presta para mantener un régimen pendular, y el control migratorio no es tan estricto en comparación a otros departamentos por el fácil acceso al municipio a través de unas 250 trochas que existen a lo largo de la línea fronteriza, cifra reportada por la secretaría de gobierno de Maicao.

Fue entre el año 2017, 2018 y parte del 2019, al arreciar la crisis política, social y económica de Venezuela, cuando se comenzó a notar la gran presencia de una diáspora venezolana en las calles de Maicao, era evidente el caos, madres con sus hijos durmiendo en las calles, plazas abarrotadas, así como también los andenes con cambuches improvisados, personas practicando la mendicidad, o con alguna patología, era un fenómeno social que de la noche a mañana tomó por sorpresa a la sociedad maicaera, ni siquiera la administración local en ese momento supo cómo abordar la situación, era un reto que no estaba contemplado, y por tanto, no estaban preparados para afrontar.

Una vez calmados del shock emocional por dejar atrás la familia, el estrés colectivo causado por un país caído en desgracia, y de respirar un poco de aire, con el paso de los días y meses, brotó un tipo de resiliencia colectiva, quienes decidieron quedarse, se fueron adaptando al contexto, tiempos y circunstancias, creando sus propias formas de trabajo como la venta de café (históricamente ejercida por los indígenas zenú en la localidad), bolsas de agua fría, gaseosas, golosinas, cigarrillos detallados, ya estudiado el terreno, se abalanzaron con ánimo empecinado a la vorágine competitiva de los circuitos laborales de “la 12” y “la 13”, dos calles emblemáticas del comercio informal, se instalaron en las aceras ventas de electrodomésticos, herramientas, ropas, calzados, nuevos y de segunda, venta de frituras, desayunos, almuerzos, otros se adentraron a los barrios a la venta de verduras, panes, charcutería, mercancía plástica, así como aquéllos con conocimiento técnico iban gritando “¡se reparan ventiladores, lavadoras, televisores, equipos de sonido!”; otros ofreciendo su experiencia para la construcción, pintar viviendas, remodelaciones, instalaciones eléctricas, una parte se dedicó a la industria de la chatarra y el reciclaje, la crisis obligó a millares de venezolanos a traer sus vehículos a Maicao para ver cómo eran vueltos un amasijo de hierro a cambio de unos pesos, es decir, todo un conglomerado de actividades de subsistencia que presentaban alguna de estas características: mano de obra barata, tranzados injustos, y venta de mercancías a precios irrisorios, todo ello como consecuencia de la devaluación de la moneda venezolana frente al peso colombiano.

 

La tarea era sencilla, vender, invertir un poco, aprovechar el cambio de moneda por transferencia, y enviarle dinero a sus familias, aprovechando las jugosas sumas reportadas por las casas de cambio en Maicao, recurso que una vez depositado en cuentas bancarias venezolanas, era devorado por una hiperinflanción vigente desde el año 2017, y alcanzado hasta el mes de mayo del presente año el indicador de 4210 %, según la comisión de finananzas de la Asamblea Nacional.

Hasta hoy, unos 165 mil 475 venezolanos se encuentran en la Guajira, según reportes recientes de Migración Colombia, de los cuales 52 mil188 se encuentran en el municipio de Maicao, las dificultades para viajar continuamente a Venezuela recrudecieron, sobre todo por alto riesgo de cruzar la frontera ante la presencia de grupos al margen de la ley y el constantes soborno efectivos militares apostados a lo largo de la troncal del Caribe, camino a Maracaibo, pues estos se encargaban de arrebatarles sus compras y la poca ganancia que llevaban a sus hogares. Fue entonces cuando muchos optaron por quedarse en la ciudad fronteriza, las ganancias en cualquiera de las actividades de rebusque que realizaban eran pocas, por lo cual les resultaba imposible pagar costosos arriendos cuyos montos podrías oscilar entre 10 mil y 25 mil pesos diarios, dependiendo de las condiciones del lugar, eso dió a lugar la proliferación de los asentamientos , siendo lo más representativos del rostro migratorio Torres de La Majayura, La Bendición de Dios, La Pista, Monte Carlo, entre otras comunidades conformadas a partir de la llegada los venezolanos a Maicao,